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Mostrando entradas de enero, 2009

A propósito del nacimiento, Peter Sloterdijk y Paul Celan

A continuación transcribo el relato de un sueño. Pertenece a Van Leyden, psicólogo vienés citado por Peter Sloterdijk en Venir al mundo, venir al lenguaje , Pretextos, 2006. Ensayo que concluye la necesidad de la poesía como respiración, como aliento. También Celan escribió: Hondo en la grieta de los tiempos, junto al hielo panal espera, un cristal de aliento, tu irrevocable testimonio. A Sloterdijk (y a Celan) habrá que volver. Porque la poesía, tan atenta siempre al abismo y al terror del tiempo, quizá sea bueno que se abra a las esferas , a las espumas , a otro espacio, a esa extensión que permita un cambio de aliento . “Un zumbido (...) se extendió por el lugar. Se dio cuenta al cabo de un momento de que ese sonido salía de su propia boca. Largos gritos empezaron a enroscarse en su cuerpo. No tardó mucho en enrollarse en aquellos hilos cortantes que salían de su boca. Cuanto más gritaba él, más empezaba a dilatarse el tiempo. La espera se le abultaba en la garganta como una mor

Respira humo de Bagdad

Está yendo por tus vísceras, ciudad humeante como un marrano abierto en canal. Pronto va a amanecer y la luz podría dejar unas gotas de anís sobre su lengua, igual que entonces, en aquellos patios del sur, con mujeres remangadas bajo el frío restregando con sal las tripas. Nació en el vientre humeante de un cerdo y colocaron su cuerpo a secar junto a la lumbre, donde hervía la cebolla. El humo de la leña quiso entrar en sus pulmones, pero ya los habitaba un grito casi humano. Que nadie le pida nunca que te ame, ciudad grasienta, por mucho que esta luz restriegue su lengua con anís. Vive respirando el vapor de las vísceras como siempre y la blancura desnuda y experta de tus brazos remueve la misma sangre

Antonio Gamoneda: para una poética.

.... Las preguntas no existen en el idioma de la ocultación: todo está dirimido. Es perverso el idioma pero es enjundia de mi cuerpo. Otros os engañáis con la esperanza. En ciertos casos, mis palabras podrían atravesar tus labios, entrar despacio en tu existencia ; no lo que dicen sino las palabras mismas, su exhalación caliente como el amor. Estoy hablando de la expresión, no de los gritos con que ocultáis la desnudez. Bajo los soportales estallan signos de impudicia: ámame, decís al transeúnte, ámame antes de la muerte. Y os entendéis en esta usura. De otra manera, en otra lengua, yo te respiro sin encontrarte. Eres incierta y ésta es tu plenitud. Así es la edad, así es la forma de mi tiempo. .... Antonio Gamoneda, Descripción de la mentira .

Juan Rulfo, fotógrafo

Traer a Juan Rulfo a este lugar es como saldar una deuda con la propia memoria. Las palabras fueron creciendo dentro de uno, a través del tiempo, susurradas por la voz secreta de algunas lecturas. Y Pedro Páramo fue una de esas lecturas que dejó una huella imborrable, áspera a la vez que dulce. Quizá mi extensión comenzó a nacer allí, a través del páramo, por el llano en llamas. La palabra vierte su ternura dentro del vacío. En la soledad quemada las voces perdidas buscan el reguero húmedo. No pretendo decir nada sobre Juan Rulfo. No es este un lugar para las filigranas eruditas, pero sí quiero citar su faceta como fotografo, porque su mirada afirma otra vez la poesía. Acercaros a este enlace: http://www.sololiteratura.com/rul/rulfotografias.htm

Instante

Foto: Juan Rulfo Atravesando entre utensilios la espalda tendida de otro día, su piel pisada, la acera de sus muslos manchados, atravesando el cuerpo sucio de la luz, oliendo el frío y la distancia en ráfagas por la boca de la calle, la pared mugrienta, la esquina torcida de un mal gesto, bebiendo el ácido goteo de la costumbre en las canales, he llegado al instante azul de la noche, he abierto la puerta muy despacio y desnudo, entre las telas colgadas, he cruzado mi cuerpo hasta el principio.

Distancia escrita

Cruzando ese paisaje de matorrales secos y latas que son las afueras, dejando atrás algunas tapias rotas, evitando las hileras de farolas que vigilan en el borde de la autovía. Pisando cada palabra en los terrones, parándote al final de esa frase escrita con temblor de álamos, cerrando los ojos, abriendo el aroma de acequia que llega a última hora. ...tumbándote, al fin tú mismo, qué se pensaban, sobre esa lejanía que nos han robado.