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Mostrando entradas de febrero, 2016

LA CURA

Atrás. La mano sobre el pecho donde a veces las otras acuden. Inicio el descenso de la memoria. Pues de descender se trata aunque, de acuerdo con la apreciación del tiempo sucesivo en el estado de vigilia, se lo llamaría retroceder. Sigo bajando hasta que me encuentre con algún obstáculo, algo que me impida pasar con soltura entre las imágenes. Ahí está. Me detengo. La mano. Atiendo. Y acude una sensación. Percibo el miedo. Hay fuego en la chimenea. La niña juega con los rescoldos. Los papeles arden, las cenizas revolotean y terminan posándose en su pelo como copos de nieve sucia. Ceniza delatora. No juegues con el fuego: una orden, la primera orden de un padre al que acaba de conocer. Una prohibición es suficiente para que se repare en el objeto prohibido: había fuego y se podía jugar con él. La confianza, tan reciente y endeble, puesta a prueba y, luego, la transgresión. La niña tiembla. Percibo el temblor. Entonces le hablo, le dicto los gestos. La guío hacia él, hacia el regazo nun

SENTIDO

Cuando la vida parece un concepto más... Quizás recuperar modos del vivir, en el gesto o presencia alejándose de las palabras que buscan qué sujeción. No es decir silencio, acaso disonancia, balbuceo del lenguaje en los filos sin. No parece imposibilidad ni vacío, ningún hacia ni aún nada, parece dejar ir, caer sin dificultad en la pérdida, ay, si pueda, quién no ya, o soltar, y entremezclarse. Ningún significado que de tranquilidad, podría ser ritmo, relación como sentido. No habría nadie, estar algo borrándose en el gesto de estar cada vez. Y ahora estos párrafos de Jean Luc Nancy: Por otro lado, prefiero el “cuerpo”, porque “cuerpo” tiene algo de individualizante, de discontinuo, mientras que la carne es continua. Todas las cosas son cuerpos. Pero hay una cosa que no es cuerpo y sin la cual el cuerpo no es tal, y eso es la relación. Ahora bien, si hay algo que me parece capital, es que toda nuestra moda de pensamiento descansa inevitablemente en una especie de primado de lo “uno”.

SOLTAR

Leo este párrafo en el útimo libro de Chantal Maillard, La mujer de pie: "Un paraiso soñado es un hilo que se agarra. Creer nos impide soltarlo. La paz es sin imágenes. Descreed. Soltad los hilos, la querencia, el ansia. Abrid la boca. Soltad. Demasiado tiempo apretando los dientes." Y entonces me atrevo a recordar este otro texto que escribí hace algún tiempo: Justo antes de la noche, dentro de la imprecisión, absorto en la ambigüedad, en la falta de certeza, ausencia de bordes, ni día ni noche, solamente cayendo penumbra como agua, por todo el cuerpo, y cayendo el cuerpo en cada miembro, cada fibra borrándose hacia abajo, hecha oscurecer ,derramada en este aire sin aire, sin suelo. Caer, sin hojas, solamente hacia dentro, por lo dentro, soltar, solamente soltar en cada milímetro del cuerpo su diminuta aferrarse, minuciosamente, con atención soltar el cuerpo, el miedo, cada pensamiento ya caerá después, qué perder, sin tarde y tampoco noche, sin certeza, sin bordes que per