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Mostrando entradas de diciembre, 2012

esta flor roja

Era esto    la respiración de las cosas que nunca suceden su interior humilde y vegetal de madera vieja que sobrevive con los restos húmedos de la noche Era el abandono el ramaje seco la confusión de caminos borrados por las hierbas mendigas Era esta flor roja con los brazos abiertos Será posible dejar de comprender. Abandonarse a la humedad siendo, en vez de niño, hoja. Este lugar lejos de la exactitud donde la piedra ofrece su interior Las calles rugosas con voz de agua en el resbaladizo amanecer Hay leña en los patios y un humo que asciende por los ojos cerrados deshace otra vez las formas endurecidas  Conocer el agua y los aromas desde dentro de la piedra y perder la importancia de ser alguien. Extraña luz interior en las torres recortadas       a punto de anochecer Simétricas en la alegría      dan calor            Ondulan las aristas de los tejados en oleaje quebradizo También se encienden las farolas de San Miguel     Irse entonces    y cerrar la comprensión la puerta del si

El innombrable, Samuel Beckett

Por consiguiente, no pongamos nada, ni que me muevo, ni que no me muevo, lo que es más seguro, pues esto no tiene importancia, y pasemos a las cosas que la tienen. ¿Cuáles? Esta voz que habla, sabiéndose mentirosa, indiferente a lo que dice, demasiado vieja quizá y demasiado humillada para poder decir alguna vez, finalmente, las palabras que la hagan cesar, sabiéndose inútil, para nada, esta voz que no se escucha, atenta al silencio roto ella, por donde quizá un día recuperará el prolongado suspiro claro de adviento y de adiós, ¿es acaso una voz? No plantearé más preguntas, no hay más preguntas, no conozco ninguna más. Ella sale de mí, me llena, clama contra mis paredes, no es la mía, no puedo detenerla, no puedo evitar que me desgarre, me sacuda, me asedie. No es la mía, no tengo, no tengo voz y debo hablar, es cuanto sé, a esto es a lo que hay que darle vueltas, a propósito de esto debe hablarse, con esta voz que no es la mía, pero que no puede ser más que la mía... El innombrable, S