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Mostrando entradas de abril, 2014

LLEGAR A LA OFRENDA

Llegar a la ofrenda, entrar pisando la escucha entre hojas y viento. Llegar a las manos abiertas. Entrar en otro silencio si fuera posible donde cuidadosamente no decir. Llegar al aire debajo del aire quieto.  Terminar llegando al aire en su curva más callada cuando todo se mueve cuidadosamente. Mirar escuchando en lo oscuro, ahí escondido, en la canción que no dice nunca lo que sabe. Llegar hasta quién, si no conoces, y en las manos poner alguna celebración. Traer algo a eso escondido, ahí oculto amorosamente, cualquier cosa, es sencillo, un olor húmedo del aire, algunas veces, o un poco de hierba. Ir cayendo de uno en otro hueco con agua o manos abiertas. Ir llegando con cada ofrenda hasta lo oscuro. El intercambio cuando uno se inclina a recibir. Ir encendiendo poco a poco cada silencio del mundo en lo que fluye vida abajo y cae de mundo en mundo.

De Clarice Lispector, Agua viva

Voy a hablar de lo que se llama la experiencia. Es la experiencia de pedir socorro y que el socorro nos sea dado. Tal vez valga la pena haber nacido para implorar un día calladamente y calladamente recibir. Yo pedí socorro y no me fue negado. Me sentí entonces como si fuese un tigre con una flecha mortal clavada en la carne que estuviese rondando lentamente a las personas temerosas para descubrir quién tendría el valor de acercarse y quitarle el dolor. Y entonces hay alguien que sabe que un tigre herido es tan peligroso como un niño. Y acercándose a la fiera, sin miedo a tocarla, arranca la flecha clavada. ¿Y el tigre? No se puede dar las gracias. Entonces doy un par de vueltas lentas frente a la persona y dudo. Me lamo una de las patas y después, como no es la palabra lo que entonces tiene importancia, me aparto silenciosamente. ¿Qué soy en este instante? Soy una máquina de escribir que hace sonar las teclas secas en la húmeda y oscura madrugada. Hace mucho que ya no soy humana. Quis

TODO LO QUE TENGO

Todo lo que tengo presiente su forma extraviada.  No cabe nada más que correr abriendo los brazos sin preguntar. Qué vas a preguntar debajo del agua, de la tormenta rota, abierta, todo lo más abierta que puede el cielo decirte. Qué vas a preguntar entonces, corre. Ha ocurrido: el gesto del tigre  empujado por la ferocidad de mil vidas  quiere borrarse en el agua. Es la hora. Corre, corre,  no dejes de correr hasta la ternura.

FUTILIDAD, Wilfred Owen

Ponedlo al sol. Su caricia enseguida lo despierta y oye el rumor del campo y del hogar. Siempre lo ha despertado, incluso en Francia, hasta esta mañana y esta nieve. Si algo lo conmoviese ahora, el sol -un viejo amigo- lo sabría. Piensa en cómo ese sol despierta las semillas y un día despertó la arcilla de una estrella. Los miembros, ya logrados, aún calientes, ¿no debe aún estirarlos? ¿Para esto creció el barro tan alto? ¿Quién empujó al sol fatuo a esforzarse en quebrantar el sueño de la tierra? Wilfred Owen, Poemas de guerra, Traducción Grabriel Insausti, Acantilado, 2011 .