Una gota de agua sobre una hoja es infinita. Esa gota de agua en esta hoja, ahora, en este instante. Es la experiencia del haiku. Quien fuese capaz de mantenerse en esa inocencia del inicio, preguntando como aquél niño ¿cómo se llama esto?, viendo el “esto” antes de que el concepto lo enturbie, lo…vele, no recurría a grandes palabras en sus escritos. En vez de escribir la muerte, por ejemplo, haría intervenir a una persona muerta, infinitamente ausente, o en vez de escribir el amor, escribiría… ¿qué escribiría? Es difícil escribir sin ideas. Las palabras que dicen los sentimientos están cargadas de ideología. Los sentimientos se inventan, se fabrican de acuerdo con los modos y los usos de cada época. Y, luego, rodando, como pelotas empujadas por los escarabajos, aumentan de tamaño. Y acumulamos, un lastre. Sentimos como pensamos. Y llega un momento en que somos incapaces de saber qué podría haber si prescindiésemos de ello. No quiero pecar de purista: el ojo no es inocente, nun...