...Sin embargo, por la poesía la palabra del vacío resulta ser palabra plena, la que pone en evidencia la palabra vacía -otro de sus nombres:palabrería; otro: habla común; otro: discurso oficial, autoritario- aquella que es desplazada y sustituida por el referente, por la cosa, a diferencia de la palabra poética que dicta la ley de la inexistencia de la cosa o, al menos, de su ocultamiento. Por ello, al verdadero poeta, de cuya escritura conoce que su ser es ser tan sólo un trazo en el viento, no le resta, en su aventura de decir, sino la errancia en busca del nombre, que jamás será tal, sino tan sólo una senhal, un producto de la catacresis; nunca un signo, sino un mero significante; una palabra o, dicho más propiamente, apariencia de palabra, a la espera de ser leída, a la espera de completarse, esto es, a la espera sin más, en un modo de espera en vano, espera sin esperanza alguna. Tua Blesa, epílogo a Teoría del miedo, Leopoldo María Panero, Ed. Igitur, 2000.