Llegar a la ofrenda, entrar pisando la escucha entre hojas y viento. Llegar a las manos abiertas. Entrar en otro silencio si fuera posible donde cuidadosamente no decir. Llegar al aire debajo del aire quieto. Terminar llegando al aire en su curva más callada cuando todo se mueve cuidadosamente. Mirar escuchando en lo oscuro, ahí escondido, en la canción que no dice nunca lo que sabe. Llegar hasta quién, si no conoces, y en las manos poner alguna celebración. Traer algo a eso escondido, ahí oculto amorosamente, cualquier cosa, es sencillo, un olor húmedo del aire, algunas veces, o un poco de hierba. Ir cayendo de uno en otro hueco con agua o manos abiertas. Ir llegando con cada ofrenda hasta lo oscuro. El intercambio cuando uno se inclina a recibir. Ir encendiendo poco a poco cada silencio del mundo en lo que fluye vida abajo y cae de mundo en mundo.