Ahonda la mano la entraña del vaso y vuela el cristal que mira. La gracia estremece contra el labio un roce tan fresco y manantial que ahora comienza todo. Diminutas esquirlas de realidad construyen el mundo con paciencia humilde paso a paso, como si la ternura fuera el origen del universo. Hay brisas que llegan de oriente. Y un murmullo de voces salpica de nube las calles del mercado. Telas, vasijas, tintineos de sol reflejado. Cuentos y alboradas. Todo el futuro sucede y abre el instante, y se suelta el universo de la mano que sostiene con suavidad el cristal. Bebes. El aroma de las especias cruza bajo los arcos encendidos de color y una alegría ...