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La belleza y el agua

Ese punto a la izquierda donde se inicia la brizna, 

donde anida el pájaro y canta su deseo en altas horas de luz. 

¿Qué hacer? 

Abierto el corazón, miras en la distancia a punto de sucumbir. 

Ven, 

regresa en las palabras 

destruidas. 

Entrega antes las manos, el susurro, el sabor ácido y la mordedura. 

La ondulación del vestido en las colinas, la brisa, y la luz tan alta como el ciprés.

El precio en los rastrojos del verano. Entrega la desolación. 

El ritmo, la rima y la armonía, y el refugio bajo la ventisca, cerca de la nieve. 

El precio en la muerte de los peces que miran. 

Entrega la espina. 

Hay un zorzal vivo aún y vísceras. 

Es sencillo ser otro a veces, pero ¿nadie? 

Bueno, quizás mirar. 

Miras, solamente miras 

y no te atreves a nombrar la risa imperceptible del camino cuando te acompaña. 

¿Quién escucha inmóvil en tus pasos?

 Ese punto a la izquierda donde se inicia la brizna o algo de amor. 

Nadie, eso es.


(Pertenece a La oración de Narciso, poemario que publicará en breve Karima Editora)