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El ritual sagrado del gesto: La trinidad, de Andrei Rublev

 

Me fui separando poco a poco de los rituales y de la oración, gestos que iban quedado desvalorizados. Ocurrió así… supongo que como a otros muchos. Sin embargo, tengo más de trescientos años, y a estas alturas algo en mi interior está exhausto, extremadamente cansado de buscar.

No puedo volver adentro, al ritual de la oración, porque eso ya me quedó bien claro a lo largo de todo este tiemmpo. Destruí la confianza en lo inmaterial, en cualquier tipo de manifestación que rozara lo espiritual: aquello, de aquella manera, no podía dar más de sí.

Ahora voy camino de destruir los últimos restos de confianza en la materia. Puede que me lleve aún algunos siglos más, si es que se diera la oportunidad. Y será inevitable, ya tampoco da más de sí.

Creo que cuando a uno y otro lado de mis pies solo quede abismo en esta cuerda floja, cuando haya comprendido que nada adentro y nada afuera tiene la consistencia suficiente para sostenerme, quizá entonces estaré preparado para mirar “la tierra media” y vacía del gesto, un espacio para el trazo: esa pureza de lo que permanece, a uno y otro lado, suelto.

Mientras tanto, voy entendiendo por qué rechacé el ritual y la oración como algo hueco y vacío… Sigo convencido de que es cierto, yo tenía razón: de alguna forma el ritual y la oración están completamente vacíos de contenido, pero es que me había empeñado a toda costa en buscar “contenidos” . Y esa búsqueda, tanto adentro como afuera, resulta inútil.

Sin embargo, lo que en el ritual y la oración emerge no es tanto el “contenido”, como su trazo: la atención depositada en el “gesto”, el tacto de la voz, la pureza del ritual de atender, el instante como duración inscrita en el cuerpo, solamente el cuerpo. No ya la idea o el concepto. No "más allá".  

Eso parecen mostrar estos ángeles de Andrei Rublev, detenidos sus cuerpos en el gesto eterno del instante.

Es mucho más, lo sé, esta obra. Pero no hace falta recurrir al pensamiento para entender. El cuerpo sabe. Eso dicen sus cuerpos. El trazo. La atención depositada en el gesto. La escucha de lo sagrado en el cuerpo. Es realmente un lugar para descansar.