El poeta tiene el perfecto derecho, e incluso el deber, de ir a explorar los más oscuros dominios; pero cuanto más lejos va en esta dirección, más debe emplear medios de expresión concretos. Cuanto más lejos penetra en el dominio irracional o místico, más obligado está a expresarse por medios reales, incluso extraídos de su vida experimental. Tened los pies en el suelo y construid con todo eso una obra fuera del tiempo, fuera del lugar, edificada en esta re-creación.
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No habitaremos siempre esta tierra amarilla que fue nuestra delicia...
El Verano, más vasto que el Imperio, supende en las mesetas del espacio varias capas de climas. La vasta tierra en su era rueda hasta el borde su pálida brasa bajo las cenizas. -Color de azufre, de miel, color de cosas inmortales, toda la tierra de hierbas encendiéndose con las pajas del otro invierno- y de la verde esponja de un solo árbol el cielo extrae su jugo violeta.
!Un paraje de piedras de mica! Ni un solo grano puro en las raspas del viento. La luz como un aceite. -Uniendo la fisura de los párpados con el hilo de las cimas, siento la piedra manchada de agallas, enjambres de silencio en colmenas de luz; y mi corazón se inquieta por una familia de acrídidos...
Camellas dulces bajo la esquila, cosidas de cicatrices malvas, que las colinas se encaminen hacia los signos del cielo agrario -caminen en silencio sobre la incandescencia tenue de la llanura; y al final se arrodillen en la humareda de los sueños, allí donde los pueblos se pierden en los polvos mortecinos de la tierra.
Así las grandes líneas de la paz se van en los azulamientos de viñas improbables. La tierra en más de un punto madura las violetas de la tormenta; y esos humos de arena se alzan en lugar de ríos muertos, como lienzos de siglos en viaje...
En voz más baja por los muertos, en voz más baja por el día. ¿Tanta dulzura en el corazón del hombre puede impedierle encontra su medida...? "Os hablo, !alma mía!, !alma mía ensombrecida por un perfume de caballo!" Y algunos grandes pájaros terrígenos, en su navegación hacia el Oeste, imitan justamente a nuestros pájaros marinos.
En el pálido oriente del cielo, como un santo lugar precintado con las ropas del ciego, unas nubes tranquilas se disponen, allí donde dan vueltas cánceres de alcanfor y cuerno... !Humos que un viento nos disputa"!, la tierra toda espera en sus raspas de insectos, esa tierra que pare maravillas...
Y así, a mediodía, cuando el árbol azufaifo revienta los cimientos de las tumbas, el hombre cierra los párpados y descansa su nuca en las edades... Caballerías del sueños en el lugar de muertas polvaredas. !Oh inútiles caminos que un soplo demelena hasta nosotros!, ¿dónde encontrar?, ¿dónde encontrar los guerreros que guardarán los ríos en sus bodas?
Al ruido de las cascadas en tromba sobre la tierra, toda la sal de la tierra se estremece en los sueños. Y, de repente, !ah!, ¿qué nos quieren esas voces? Elevad todo un pueblo de espejos sobre el osario de los ríos, que interpongan recursos por los siglos de los siglos. Erigid
piedras en mi gloria, erigid piedras al silencio y que custodien estos lugares caballerías de bronce verde sobre amplias calzadas...
(La sombra de un gran pájaro me ha atravesado el rostro.)
Saint-John Perse, Anábasis, Traducción Jose Antonio Gabriel y Galán
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No habitaremos siempre esta tierra amarilla que fue nuestra delicia...
El Verano, más vasto que el Imperio, supende en las mesetas del espacio varias capas de climas. La vasta tierra en su era rueda hasta el borde su pálida brasa bajo las cenizas. -Color de azufre, de miel, color de cosas inmortales, toda la tierra de hierbas encendiéndose con las pajas del otro invierno- y de la verde esponja de un solo árbol el cielo extrae su jugo violeta.
!Un paraje de piedras de mica! Ni un solo grano puro en las raspas del viento. La luz como un aceite. -Uniendo la fisura de los párpados con el hilo de las cimas, siento la piedra manchada de agallas, enjambres de silencio en colmenas de luz; y mi corazón se inquieta por una familia de acrídidos...
Camellas dulces bajo la esquila, cosidas de cicatrices malvas, que las colinas se encaminen hacia los signos del cielo agrario -caminen en silencio sobre la incandescencia tenue de la llanura; y al final se arrodillen en la humareda de los sueños, allí donde los pueblos se pierden en los polvos mortecinos de la tierra.
Así las grandes líneas de la paz se van en los azulamientos de viñas improbables. La tierra en más de un punto madura las violetas de la tormenta; y esos humos de arena se alzan en lugar de ríos muertos, como lienzos de siglos en viaje...
En voz más baja por los muertos, en voz más baja por el día. ¿Tanta dulzura en el corazón del hombre puede impedierle encontra su medida...? "Os hablo, !alma mía!, !alma mía ensombrecida por un perfume de caballo!" Y algunos grandes pájaros terrígenos, en su navegación hacia el Oeste, imitan justamente a nuestros pájaros marinos.
En el pálido oriente del cielo, como un santo lugar precintado con las ropas del ciego, unas nubes tranquilas se disponen, allí donde dan vueltas cánceres de alcanfor y cuerno... !Humos que un viento nos disputa"!, la tierra toda espera en sus raspas de insectos, esa tierra que pare maravillas...
Y así, a mediodía, cuando el árbol azufaifo revienta los cimientos de las tumbas, el hombre cierra los párpados y descansa su nuca en las edades... Caballerías del sueños en el lugar de muertas polvaredas. !Oh inútiles caminos que un soplo demelena hasta nosotros!, ¿dónde encontrar?, ¿dónde encontrar los guerreros que guardarán los ríos en sus bodas?
Al ruido de las cascadas en tromba sobre la tierra, toda la sal de la tierra se estremece en los sueños. Y, de repente, !ah!, ¿qué nos quieren esas voces? Elevad todo un pueblo de espejos sobre el osario de los ríos, que interpongan recursos por los siglos de los siglos. Erigid
piedras en mi gloria, erigid piedras al silencio y que custodien estos lugares caballerías de bronce verde sobre amplias calzadas...
(La sombra de un gran pájaro me ha atravesado el rostro.)
Saint-John Perse, Anábasis, Traducción Jose Antonio Gabriel y Galán