Acomoda el blanco del cuaderno
al ritmo, la pausa, el sístole.
Y procede a decirle a nadie
el nombre de nada.
Sólo cruje el roce dentro,
por el tronco vacío,
dentro
de cavidad o cúpula o tubería,
dentro,
por los desagües, por el frío.
Humean palabras en orillas
de olores sucios
chirriando ecos, filos, de noche.
El guardián
Desarma si pudieras la dureza de tus ojos,
si pudieras tú rozar este hueco frío.
Desprende, si te vienes, el cristal de tus dedos,
que los pétalos oye como aúllan.
Ves,
ahora que tiemblas eres más pequeño
para esconderte.
Y entonces
ya podemos irnos a salvo por esas calles inmensas.
al ritmo, la pausa, el sístole.
Y procede a decirle a nadie
el nombre de nada.
Sólo cruje el roce dentro,
por el tronco vacío,
dentro
de cavidad o cúpula o tubería,
dentro,
por los desagües, por el frío.
Humean palabras en orillas
de olores sucios
chirriando ecos, filos, de noche.
El guardián
Desarma si pudieras la dureza de tus ojos,
si pudieras tú rozar este hueco frío.
Desprende, si te vienes, el cristal de tus dedos,
que los pétalos oye como aúllan.
Ves,
ahora que tiemblas eres más pequeño
para esconderte.
Y entonces
ya podemos irnos a salvo por esas calles inmensas.